martes, 19 de mayo de 2015

Los asesinos y los muertos


–A veces soy yo, pero la mayoría del tiempo soy la chica en el espejo. Esto es la jungla, amigo, la jungla y nada más. Besé a la muerte, sus labios son secos y sangre. Es virgen y prostituta.

–Tienes derecho a guardar silencio.

–Yo no me maté, estaba vivo la última vez que nos vimos. Pero de su sonrisa ya se desprendía ese hilo extraño. Un hilo de baba que marcaba su camino, los pasos que ya había dado mañana.

–Su piel aterciopelada estaba llena de demonios. Eran como esporas. Se te prendían al tocarla, al respirar cerca de ella, e inmediatamente tenías el deseo de vomitar.

–Asesina a alguien y su cadáver nos dará amor. Amor eterno.

–Estoy en camino, espérame cinco minutos más, toda la vida fuimos distintos, pero si lo intentamos, nuestro cuerpo será uno solo.

–Risas, sonidos de jungla. ¿Recuerdas el zoológico de cristal? Por la madrugada la luna ya había hecho su trabajo.

–Esa es una manera muy homosexual de verlo. En verdad, sus huesos tenían el tamaño exacto de un mondadientes y si lo maté no fue más que para sacarme su carne de entre mis muelas. Ya estaba atascado desde el día de Adán en mi boca. Que importa que no exista el destino. Si no sabés qué te ocurrirá, ¿Cuál es la diferencia entre que no exista y que exista, pero esté escrito en un libro que no puedes interpretar?

–No sé si encontrarme contigo, llevás muerta en tu corazón tanto tiempo, la cabeza cortada, los pies no conocen otro camino. La esquina se equivoca. No es la puerta. Me fui, me fui. Las cabezas ruedan por la escalera.

–Estamos en la última instancia, no pasa el tiempo o pasa demasiado rápido. Estos flechazos no hacen más que clavar mi cuerpo en el techo. Como un bicho atravesado por alfileres.

–Está descompuesto. Por favor, arréglame. Arréglame el cuerpo. Se me rompió jugando.

–Aposté toda la noche y siempre me ganaban por un corazón.

–Beso la calle, beso los nombres en la calle. Los pasos que hollarán mi rostro cuando pase el camión sobre mi cráneo. Beso las flores que traerás sobre mi cráneo en el asfalto helado.

–La lluvia se llevará tu cara en el raudal.

–¿Dónde están tus manos?

–En la sombra somos todos iguales.

–Imágenes en el espejo.

–¡Los pájaros, hay que detener a los pájaros, ellos quieren parir la mañana!

–El  ojo de la noche es un triángulo y Dios es un círculo cuya circunferencia está en todas partes y cuyo centro está en ninguna.

–Lo estás citando mal.

–No es un problema que no se pueda resolver. Solo hace falta cortarse las venas.

–Es lo que más quiero.

–Él se mato para matarla a ella, ella lo mató para matarse a sí misma. Todos están muertos, no importa cómo fueron las cosas. La sangre va a manchar mi camisa para siempre. Pensarán que derramé el ketchup cuando almorzaba con prisa antes de venir.

–Me pesan los clavos, me pesan los clavos de Cristo, señor; me pesan los clavos y doy un paso, dos, para subir por el cielo, el cielo de hinojos que se levantó hoy. ¿No te parece que ves ojos en todas partes, incluso en los ciegos?

–Esa mujer es un milagro. Estoy sufriendo en todos mis huesos su rostro. Se trata de la muerte, de los ojos de la muerte, ¿O eran de un carnero decapitado? Su ojo es el huevo de dios. El huevo izquierdo de dios. El que cuelga más abajo. El que ligó un puntapié cuando al diablo todo le importó un carajo.

–No me escondas. Mi cara sabrá mostrarse tras las máscaras. Y la venganza me alcanzará finalmente.

–Estoy llorando de feo. Me atenazo llorando, curvas el tiempo. Tú no eres quien pensé.

–Los peces me dijeron la verdad cuando me ahogué, mi alma se fue con el viento.

–Tus pedos huelen al hambre de dios. El alma va a salirte por el culo.

–Violaron a su hija y la dejaron embarazaba, ella corría por las calles gritando entre lágrimas, “¡Voy a ser abuela, voy a ser abuela!”.

–Cuatro moscas de terciopelo gris,
gatos rojos en laberintos de vidrio,
mariposas con alas ensangrentadas,
la sanguijuela conduce la danza.

–Artículos metálicos, huesos de cabra, balines de plomo.

–Un pájaro con plumas de cristal.
El gato con ojos de jade.

–Todo existe para desaparecer.

–El gato de nueve colas,
la cola del escorpión,
la iguana de lengua de fuego,
una tarántula de vientre negro.

–Un semidios se va a enamorar de vos.

–Los ojos del laberinto, el diablo se viste de Prada, una tumba abierta no me servía. Todos los colores de la obscuridad, las flores tienen pétalos de acero.

–Los cuerpos presentan marcas de violencia carnal, la muerte sonrío al asesino, el prado está manchado de verde. La noche baja las escaleras. La anatomía de un íncubo. ¡Mal de ojo! ¡Mal de ojo! Dibujaste a la víctima.

–Me mataste siete veces, siete veces me acarició la muerte a la medianoche, descendió ligera, la noche corta con sus muñecas de vidrio. En la estrecha mordida de la araña, no me veles vestida de negro.

–Ya sabes, la vida siempre te lleva adelante, no le importa que enfrente haya una pared o el abismo.

–Todo llega demasiado tarde o no llega.

–Tengo los ojos abiertos. Tengo las venas abiertas, tengo el corazón abierto. Tengo la ventana abierta y mi cuerpo abraza para siempre el pavimento. Pero deja que termine este cigarrillo para comenzar a escuchar tu estupidez.

–Memorable la noche de mañana.

–Imagina el futuro: nuestros huesos estarán de adorno en la mesa de un extraterrestre así como nosotros tenemos de adorno esos caracoles.

–“Turing cree que las máquinas piensan. Turing se acuesta con hombres. Entonces las máquinas no piensan”

–Estás escapando toda la vida de un nombre. Si te encuentra todo estará determinado.

–El manuscrito más grande del mundo es conocido como “la biblia del diablo” por la gran ilustración del demonio que lleva y las leyendas acerca de su creación.

–Vuelve pronto, abren con cadena. Casa deshabitada, buena acogida si se habla de dios. Sólo viven mujeres (ojo, hay perro), muy buena, usar palanca, dispuesta para robar, inútil insistir, nada de interés, nada aquí, casa ya robada.

–Eran las tres y pico de la madrugada, Jesús había pedido un café, pero el viaje estaba llegando a su fin.


–Ya sabes, él salió a regar las flores mientras su casa se incendiaba.

–Todo vuelve, o tal vez nada se haya ido.

–Estaba pensando en un poema para tus manos, pero mejor me muero.

–Se cortó la luz y sangró toda la noche.

–Mientras no estás mirando, todo se llena de ratas.

–He vivido mucho. Confundo los recuerdos. No sé si fui el inquisidor o la sangre derramada. He vivido mucho y he bebido más. El pasado tiene un nombre de mujer atorado en mi garganta. Y no me importa si un día explota y rompe todos los cristales, porque no hay nadie que pueda responder a ese nombre.

–Soñé con una mujer que reescribe los poemas tristes para que sean optimistas. Escribió un libro de auto-ayuda usando sólo frases de cartas suicidas. Me convenció de no dejar carta.

–La humanidad está completamente en mi contra. Incluso yo, en cuanto humano, me desprecio. Todos los días me consuela saber que estoy un día más cerca de morir. 

–Te vi gritar una cosa y gritar luego lo contrario a veces tan rápido que parecía que lo decías al mismo tiempo.

–Ya no me despierto, es una pena, mi cerebro está trabajando ahora para los muertos. El infierno es una fiesta que no termina. Estamos ebrios y en estado de gracia. Bailamos todo el tiempo. Los rostros se borronean. Si te quedas quieto, el mundo puede segregarse.

–Los signos cambian. Pasado mañana el cielo se quebró de nubes, catorce pájaras taladraron el espejo. Tu grito no alcanza para matarlas. Es el abrazo de dios.

–Infierno en fractal. Vos te fuiste, cómo te fuiste, lo que me picha es que me había dado la parte más sucia a mí mismo para cerciorarme de que mi odio te hace alguien.

–La muerte es la foto de una orgía, que es un toro de jóvenes violines, una orgía formada por cuerpos entrelazados en plateado como violines de Ingres.

–Al pensar, ella piensa en otra cosa.

–Todas  las cosas son mi culpa en el mundo.

–La poesía es del viento, por eso se dibuja al mismo tiempo que sentí esto. Palabras eufóricas que juran que la desestructura del ojo es tecnológica.

–Y yo crecer, ser para mami, ser nada para mí. El oprobio de la familia y las bolitas de luz encendidas desde el inicio.

–William, es increíble cómo hablo francés con tu fantasma judío, escapado de los campos de concentración.

–A mí una señora me aquejaba como el demonio que se come sus testículos.

–No quiero no quiero no quiero irme, no me vengas a recoger, no me vengas, déjame tranquilo.

–No puedo, María no me da perdón. Le recé con las luces apagadas y no cumplió mi sueño.

–Voy a hacer que mueras luego de adormecerte, mientras estés pensando en tu cuello mordido por él, el otro yo, el más interesante, sufro celos simpáticos, me ilumina que seas todo y la misma cosa. Canta. Cántame un jazz, no seas producto de tu época, no te escondas de esto.

–Sus ojos son planetas y planetas infinitos; agua, pura agua; sombras que producen la infección y mi voz.

–Vas a suicidarte para que nadie se enoje contigo. Sos un niño, S.O.S. un niño. Quisieras poder, eres Israel provocada por el dragón.

–Entre cada cuerpo de materia hay un portal del vacío. Exploremos el vacío, la figura geométrica  arbitraria. Vivimos y somos pobres y en estado de gracia.

–Mi carta de suicidio no tiene un cadáver al final. En la radio vas a escuchar mi voz de muerto, ya muerto, que miente que es feliz, pero es ridículo, yo no puedo vivir como un árbol promiscuo si no estás ahí.

–Gracias, gracias. Acepto fotos, pero de arriba. Lo repito tantas veces “No traigan cruces de ojos romanos”, no es ideal.

–En base a que son las doce y el corazón tiene la forma de una bala, estoy atravesado a mí mismo, y grito.

–El  de adelante va a llegar con el sol. ¿Cómo vamos a hacer? Más bien, ¿Quién vamos a ser?

–No encuentro más medio que prestarle al bautismo la verdadera voluntad de los hombres.

–“Este es un hecho verídico, señor”, dijo la actriz, “es el estado de delirio del director. El primero que la dirigió, o tal vez otro, en Harlem, en otro idioma. Es un hecho verídico de su muerte, por suicido. Porque deliraba y tomó drogas que terminaron de romper lo que mantenía la psicosis obscura, adentro el asesino”. Gracias por dejar salir al asesino y la última víctima es la luz que busco.

–Ya estoy pensando en una huida vertical. Es una tecnología formada por cuerpos.

–No voy a ir mañana a la oficina porque voy a quedarme en este deliro del que parece que salgo porque es parte del delirio creer que se puede escapar de él.

–Ella es un lugar donde se manifiesta el rostro del amor. Constantemente me tira hacia el fondo. El efecto pasa, voy a entrar a la muerte o al lado contrario.

–Agárrate la cabeza. Soy flecha y arco al mismo tiempo. Es todo amor. El final y el principio de las cosas.

–Cantan los monstruos, juegan a la pelota, en el fondo del universo está pintado el ojo de una mosca.

–El viento aparece tras el perdón. El mismo hechizo anuncia este color azul. La absolución. Todo acaba muy rápido.

–Señor psiquiatra, ya estoy loco, pero sepa que no encontrará aquí signos, esto es una obra de teatro y es una carta que me mando a mí mismo y me mando flores porque me entierra con sesenta años, cuando sería yo de vuelta, en la ouija, mojado y resbalando.

–Estoy muriendo y morir es abrir los ojos (en el teléfono suena una marcha nupcial). Escucho mi voz en otro idioma. Los aplausos. Yo era otro, otro país. Me encuentro ahogado en mi propia voz. No hay delirio sin delirio religioso.

–No puedo sentir dolor porque sentir dolor es no sentirlo.

–Dios, ante tu infinitud descanso, en tu infinitud canto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario